Frutiger define que el diseño de alfabetos es otra de las muchas manifestaciones de la vida cotidiana de cada época y contexto, por lo que sus formas acaban de esta manera por perfilar «el paisaje estético de la escritura». En otras palabras, la forma de las letras es interdependiente de factores económicos, sociales y culturales, pero también funcionales, porque no hemos de olvidar en ningún momento que la tipografía es una herramienta, un vehículo de transmisión de pensamientos y, a menudo, de evocación de sensaciones y sentimientos.