Francisco, en su alocución, predica esperanzas. Sánchez, en la suya, nos advierte y pide cuidado. Ahí no hay alegría y sin alegría no hay esperanza. Sólo unas frases huecas que desnudan un vacío
Igualmente hay ancianos encantadores, empáticos y con un espíritu positivo, y jóvenes que con 15 años son unos cascarrabias amargados que parece que tuvieran todos los achaques del mundo.
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Igualmente hay ancianos encantadores, empáticos y con un espíritu positivo, y jóvenes que con 15 años son unos cascarrabias amargados que parece que tuvieran todos los achaques del mundo.