Hace unos 50 millones de años, los antecesores de las ballenas, los mismos que los de las actuales vacas, abandonaron la superficie terrestre para volver al mar. Con ellos se llevaron su sistema para producir sonido, no muy diferente al humano. Pero este no opera igual bajo el agua y, lo que es más básico, abrir la boca para producirlo implica ahogarse. En su adaptación al nuevo medio, algunas especies de cetáceos han sofisticado su fonación hasta tal punto que a los humanos nos parece que cantan.
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