A finales del siglo XIX, muchas personas trabajaban 12 horas al día, siete días a la semana, a menudo en trabajos físicamente exigentes y también bastante mal pagados. Por si esto fuera poco, los niños también trabajaban, en granjas, en fábricas y en minas. Las condiciones de trabajo eran a menudo duras e inseguras. El sueldo era miserable. Los intentos de organización fueron recibidos con hostilidad y, ocasionalmente, con violencia por parte de los jefes y los gobiernos.
Así, si bien gran parte de la tensión social que dio origen al movimiento obrero estadounidense aún permanece, muchas cosas han cambiado a día de hoy.
|
etiquetas: trabajo