Hasta en la Naturaleza se pueden interpretar los siete pecados capitales, aunque a diferencia de los de la humanidad estos no se fundamentan en la generación del mal, sino en la competencia y la supervivencia. Podemos interpretar que por sus comportamientos o desarrollo haya plantas avariciosas, iracundas, soberbias o lujuriosas, pero en el fondo no son más que estrategias para una mayor eficacia o eficiencia. De entre todas ellas la que más ha servido para la construcción de parábolas sobre una maldad preconcebida ha sido la cizaña.
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