Los autores crearon unos pequeños cuartos para estudiar el comportamiento de los insectos. Como estímulo visual pusieron un círculo de color en el fondo. Entonces, hicieron pruebas con y sin estímulos olfativos. Cuando no existían estos últimos, los mosquitos ignoraban la mancha, fuera del color que fuera. Pero cuando esparcían dióxido de carbono (CO2) en la cámara, los insectos se sentían atraídos por círculos rojos, naranja, negros y cian, pero no por los verdes, azules o púrpura.
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