Los antibióticos son sustancias microbianas que se utilizan para acabar con bacterias causantes de enfermedades. Desde que se introdujo la penicilina en la década de los 40, estos agentes y los demás antimicrobianos han salvado millones de vidas, al curar las infecciones y reducir el riesgo de complicaciones quirúrgicas. No obstante, no es necesario administrarlos para combatir algunos procesos infecciosos. Ocurre con los de origen viral, por ejemplo. “Según el tipo de infección bacteriana, la literatura científica nos orienta hacia el uso de un determinado antibiótico y a una dosis y una vía de administración concretas”, detalla Raimundo Pastor Sánchez, miembro del grupo de trabajo de Gestión del Medicamento de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria.
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