En 2015, los irlandeses se echaron a las calles contra una nueva tasa de agua movidos por la frustración y la desconfianza, y sin tener en cuenta el análisis de costes y beneficios de esta medida. Investigadores de la Universidad de Alicante y la University College de Dublín han analizado el fenómeno y concluyen que los sentimientos influyen más en la aceptación o rechazo de las nuevas directrices que los argumentos racionales. La clave es la credibilidad.
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