Durante décadas, el consumo de información política era un asunto privado. La gente leía periódicos, escuchaba programas de radio y veía noticias en la televisión en la privacidad de sus hogares. Sin embargo, hoy en día, estos hábitos son cada vez más públicos. En Twitter, se puede ver qué cuentas sigue la gente y con cuáles interactúa. En Facebook, se puede ver el tipo de eventos a los que asisten. En Instagram, se pueden ver las historias y publicaciones que les gustan.
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Durante décadas, el consumo de información política era un asunto privado. La gente leía periódicos, escuchaba programas de radio y veía noticias en la televisión en la privacidad de sus hogares. Sin embargo, hoy en día, estos hábitos son cada vez más públicos. En Twitter, se puede ver qué cuentas sigue la gente y con las que interactúa. En Facebook, se puede ver el tipo de eventos a los que asiste. En Instagram, se pueden ver las historias y publicaciones que les gustan.
Dada esta nueva visibilidad, ¿cómo juzga la gente a los demás que están dispuestos a comprometerse con opiniones políticas opuestas? Cuando un miembro del grupo político de uno es de mente abierta a las ideas de un grupo político rival, ¿la gente recompensa esa apertura mental o la castiga?
Por un lado, a la gente le pueden gustar otras personas que son de mente abierta o receptivas a las opiniones políticas opuestas. Pueden parecer racionales, reflexivas y solidarias. En mi propia investigación, he descubierto una y otra vez que la gente admira a los demás receptivos.
Por otro lado, la política puede ser diferente. La polarización política se ha intensificado a niveles alarmantes. Estados Unidos es una de las sociedades políticamente más divididas del mundo. En 2016, aproximadamente uno de cada dos republicanos consideraba a los demócratas como “inmorales”. En 2022, tres de cada cuatro republicanos pensaban así. De manera similar, uno de cada tres demócratas que consideraba a los republicanos como “inmorales” en 2016 se convirtió en seis de cada diez en 2022. Si las personas creen que el otro partido es inmoral, entonces pueden desagradar a los miembros de su propio partido que son receptivos a fuentes aparentemente inmorales.
Costos reputacionales de la receptividad
¿Qué descubrimos? En siete estudios con más de 5000 encuestados, descubrimos que la receptividad a los oponentes políticos tiene costos reputacionales. Cuando las personas son receptivas a las… » ver todo el comentario
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado;
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Todos me muestran con el dedo
Salvo los mancos, quiero y no puedo.
youtu.be/26Nuj6dhte8?si=LAF8C-ci6ImYxEWI
Antes hacia muy pocos canales de información. Toda la familia se informaba a la vez. Incluso entre compañeros de trabajo con la típica radio. Lo mismo con los periódicos que se leían en los bares, que eran los mismos para todos.
Hoy en día hay infinidad de canales, muy específicos, y cada persona consume lo suyo, mucho más aislado del resto de la gente.
Ésto hace que hoy en día puedan darse firmas de ver el mundo mucho más extremas. Y a la vez que podamos sacar más provecho de esas horas de "información" para aprender más cosas, dice temas muy específicos.