Hablando sobre la inmunidad frente al nuevo coronavirus:
Se conoce muy mucho la duración de la inmunidad de todos los coronavirus que causan en humanos resfriados (www.medrxiv.org/content/10.1101/2020.05.11.20086439v2.full.pdf)
Resultado: la inmunidad no llega al año en casi ningún caso (la cosa queda entre 6 meses y 1 año mayormente). Caso aparte para el SARS y el MERS que dejan inmunizado algo más: entre un año y dos años. Pero claro, el SARS y el MERS causan casi siempre en cuadros severos que es lógico que generen más protección. El SARS-CoV-2 causa mucho caso leve y asintomático por lo que la inmunidad adquirida debe parecerse más a la de sus "hermanos": HCoV-229E, HCoV-NL63, HCoV-OC43 y HCoV-HKU. Y como digo, se sabe que la inmunidad adquirida para estos virus no llega al año casi nunca. Estos estudios sobre la inmunidad adquirida frente a todos los coronavirus que afecta a humanos NO son halagüeñas.
Y el hecho de que los anticuerpos generados para el SARS-CoV-2 se sepa que decaen tan pronto es cierto que no es algo concluyente, pero apunta a que tampoco vamos a quedar protegidos mucho más de un año (siendo generosos).
Y sobre la capacidad de mutación del SARS-CoV-2 pues para ejemplo un botón:
"El cambio en la letra 23.403 del genoma modifica las instrucciones para fabricar la espícula, que ahora presenta un nuevo aminoácido, la glicina, en la posición 614 de esta proteína. Este matiz podría potenciar la infectividad del virus…"
En menos de un año de vida ya ha logrado cambiar a cepas capaces de hacer ésto. Me pregunto como puede afectar esta mutación a las (¿obsoletas?) vacunas en proceso de pruebas...
Si unimos esta inmunidad limitada a la baja exposición actual al virus (donde en España menos del 5% ha estado en contacto con él), volvemos al famoso paper de Harvard que nos describe la dinámica probable que llevará este virus a convivir con nosotros durante varios años:
La gráfica que parece hoy día más probable es la siguiente (línea negra para el SARS-CoV-2 y roja y azul para otros coronavirus causantes del resfriado):
Esta gráfica en concreto se basa en los siguientes valores para los parámetros más importantes del modelo: (A) χ 3X = 0.3, χ X3 = 0, 1 / σ 3 = 40 semanas, f = 0.2.
- χ 3X = 0.3, χ X3 = 0, indica que en este escenario hay muy poca inmunidad cruzada entre los Betacoronavirus del resfriado común y el SARS-CoV-2. Es decir, que pillar un resfriado no implicaría tener mucha menos probabilidad de pillar COVID19.
- 1 / σ 3 = 40, implica una corta duración (40 semanas) de inmunidad contra el SARS-CoV-2 una vez pasada la enfermedad: es decir, los anticuerpos generados no nos otorgan mucha protección conforme pasan los meses. Obviamente no se estima inmunidad permanente para este escenario.
- f = 0.2, implica poca variación estacional. En este caso, el SARS-CoV-2 se vería relativamente poco afectado por los cambios ambientales de humedad y temperatura.
Hace unos meses predije que la salud de nuestra civilización iba a depender de varios factores que eran desconocidos por aquel entonces. Ahora ya se conoce un poco más sobre el asunto:
1) Conocer cuánto dura la inmunidad (memoria) hacia el SARS-CoV-2 y cuánta seroprevalencia existe actualmente (lo que determinará la relación infectados/muertos: letalidad, y lo lejos o cerca que estamos de la inmunidad de grupo). También conocer si esta inmunidad adquirida es eficiente y suficiente para no volver a infectarse del virus aunque sea de manera más leve.
La reinfección parece claramente posible. Siendo la protección inmune probable muy similar a la de sus hermanos: HCoV-229E, HCoV-NL63, HCoV-OC43 y HCoV-HKU (Referencia: www.medrxiv.org/content/10.1101/2020.05.11.20086439v2.full.pdf). Esto es: entre 6 meses y un año para toda persona que pasara la información de manera no severa, y de entre un año y dos años para aquellos que la pasaron severamente.
2) Cómo afecta los cambios de temperatura y humedad al virus.
Parece que no afecta tanto la temperatura y humedad como el hecho de que en tiempos de frío la gente se reúne más en espacios cerrados. Por lo tanto, parece que el factor estacional no es demasiado importante per se.
3) Conocer si es posible realizar una vacuna eficiente, barata y fácil de producir en masa; y de ser posible, para cuándo estaría al alcance de 7.000 millones de personas.
Pues aún no se sabe si las vacunas en desarrollo son viables y si protegen de manera eficiente sobre el virus. Lo que sí existe es un peligro claro de que queden obsoletas antes incluso de su pase a producción. Ya existe de hecho una reciente cepa con cambios estructurales en la espiga quizás suficientes para que varias de éstas vacunas no sean efectivas (si es que lo eran). En cualquier caso, hasta mediados/finales del 2021 no habrá posiblemente una vacuna al alcance de toda la población mundial.
4) Determinar si la tasa de mutación de este virus de ARN monocatenario positivo, una vez se vea bajo presión evolutiva (ya sea debido a que se logre vacuna o inmunidad de grupo "natural"), le permitirá safarse con facilidad o no de esta barrera inmune creando nuevas cepas o cambios significativos (como es capaz de hacer la gripe, por ejemplo, o incluso otros coronavirus hermanos, de cuyos resfriados no se libra casi nadie año tras año por mucho que se inmunice la gente de ellos).
No sólo ya ha demostrado ser capaz, sino que lo ha hecho incluso sin una presión evolutiva importante de fondo: ¡en menos de un año de vida!
No pinta nada bien la cosa, aunque todavía hay que confirmar todos estos datos con más profundidad.