Algunos nos esforzamos en tratar de identificar los orígenes del problema y, con más o menos acierto, nos juntamos en sitios como este para debatir si es la energía, o la deuda, o la superpoblación, o la gestión del agua lo que está tras esa sensación de desasosiego. La mayoría, sin embargo, quizás con mayor pragmatismo, no se preocupa de aquello que considera fuera de su control y sostiene una sana higiene psicológica negando cualquier problema o achacando la situación a un ciclo más de los de toda la vida.
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