Ni tú, Simón, ni los cincuenta mil Ni los romanos, ni los judíos Ni Judas, ni los doce Ni los sacerdotes, ni los escribas Ni la propia Jerusalén condenada Entienden lo que es el poder Entienden lo que es la gloria No lo entienden en absoluto No lo entienden en absoluto Si supierais todo lo que sé, mi pobre Jerusalén Veríais la verdad, pero cerráis los ojos Pero cerráis los ojos Mientras viváis, vuestros problemas serán muchos, pobre Jerusalén Para conquistar la muerte, solo tenéis que morir...