Todos los que de algún modo nos dedicamos o nos hemos dedicado a la literatura hemos pensado en una historia de este tipo, pero ha tenido que ser el italiano Paolo Maurensig el que la escriba, y la escriba bien.
Se trata de un pequeño pueblo suizo donde por el aislamiento, el invierno, o la anécdota de que Goethe pasó una noche allí, todo el mundo escribe. Memorias, ensayos, novelas, poesía... Lo que sea. pero todo el mundo escribe.
Y al diablo, que para eso está, se le ocurre al idea de pasarse por el pueblo convertido en editor, a ver qué es capaz de hacer o de oefrecer toda esa gente por ver su obra publicada.
Se trata, obviamente, de una sátira autoinflingida, d de una broma que Maurensig lanza contra sí mismo y contra sus colegas, aderezada de pequeñas maldades, un estilo a veces arcaizante, una técnica bastante decimonónica, para bien y para mal, y unos recursos estilísticos tan vistos y tan repetidos que de puro tópicos funcionan.
El final de la novela, muy de mi gusto, tiene algo de ruso. No digáis que no lo aviso. De igual modo, el desarrollo, podría tener algo de japonés. Al autor no le falta talento ni osadía, eso desde luego.
Como son ciento y pico páginas, la recomiendo. Se consume de tres bocados, como un buen pastel.