"Fui interrogado, investigado, tratado como basura durante 13 meses y al final exonerado". Así recuerda Edzard Ernst el calvario que vivió tras criticar en la prensa en 2005 un informe favorable a la inclusión de terapias alternativas en la Sanidad pública británica encargado por Carlos de Inglaterra. El científico, doctor en medicina, consideraba el estudio “vergonzosamente erróneo y peligroso”, se enfrentó al príncipe de Gales, un apasionado de todo lo alternativo y natural, y acabó sin trabajo.
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