El 4 de septiembre de 1859, un médico austríaco se arrodilló bajo el sol tórrido del desierto del Namib. Tenía cincuenta y dos años y llevaba seis explorando las colonias portuguesas en el sur de África, pero justo aquel sería uno de los días más importantes de su vida: el que inmortalizaría su impronunciable apellido en los libros de biología para siempre. Hablemos de Friedrich Martin Josef Welwitsch y de la planta más fea del mundo.
Comentarios
No es tan fea, me recuerda a monesvol.
Tallarines de verduras
Hombre, algo de penica si que da...