Padres y escuelas intentan convertir en lectores a sus hijo o a sus alumnos. Pero el acto de leer no admite el imperativo. No se puede ni se debe decir "lee" porque la lectura, como el amor, el arte o cualquier otro afecto surge de la radical libertad de los seres humanos. Es una semilla que se puede hacer crecer pero que se tiene o no se tiene. No existen los lectores diseñados por los padres o el sistema educativo. Es inútil forzar la lectura e incluso es contraproducente del mismo modo que no se puede obligar a bailar, amar o jugar al fútbol
Comentarios
#0 el spam es absoluto @gonzalezvarela
Lo primero sería no regalar tochos, que le dices a alguien que te gusta leer y va y te regala un tocho de mil páginas y tu te quedas con cara de vaya mierda