No puede negarse que la relación del agro argentino con los organismos genéticamente modificados OGM ha sido más que intensa. La soya Rundup Ready de Monsanto fue aprobada en 1996, y para el 2002 ya constituía 95% de sus sembrados. En 2001 un grupo de 23 productores líderes subió la apuesta y fundó Bioceres, un grupo de inversión en el desarrollo de genética y semillas. A principios de 2012 la firma ya contaba con 230 accionistas mayoritariamente productores, y un anuncio de importancia mundial la patente de una semilla resistente a la sequía