En los pequeños pueblos del interior, más allá de los inacabables pantanos de Zambia, una dura verdad se ha ido transmitiendo de generación en generación: No hay peor miedo que el miedo del hambre. Con este pensamiento en la mente muchos hombres se despiertan al amanecer, poco antes de que los primeros rayos de Sol empiecen a asomar entre los juncos. Se visten en silencio, iluminados por una vela o una pequeña lámpara de aceite. Al rato se reúnen en la orilla del pantano. Algunos llevan cubos de plástico gastados por el uso...
Comentarios
Yo pensé que el terrible dilema era "culo o codo"; pero "comer o malaria" también está jodido.
Dale un pez a un hombre y se alimentará un día, enséñale a pescar y morirá de malaria