Por razones que quizás nunca lleguemos a conocer, algunos seres humanos cuentan afortunadamente con un inquieto afán de curiosear aquello que más exótico, lejano y velado les parece. El mundo egipcio de los gatos, la muerte y los faraones fue la gran obsesión del francés Jean François Champollion (1790–1832), quien llegó afirmar que era “adicto a Egipto”. Esta sana adicción fue una suerte que dejó en forma de legado para la posteridad al lograr descifrar, gracias principalmente al estudio de la piedra Rosetta, la escritura jeroglífica.
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Interesante.Meneo.