El sexo tántrico nos sigue sonando como algo excesivamente exótico para nuestras costumbres amatorias. Ya se sabe, algo que sólo los hippies o Sting hacen, y que no cuadra con nuestra educación sexual. Sin embargo, cada vez más expertos afirman que, aunque no haga falta llevar al extremo este tipo de enseñanzas –de la postergación infinita del orgasmo a la ausencia de penetración–, sí se pueden utilizar en nuestra vida sexual algunos de los principios que este tipo de práctica defiende.
Comentarios
Menuda lluvia de negativos tánticros.
Es que tanto pilar y piedra angular pero no explica el meollo, que básicamente es hacer virguerías durante horas para que la parienta se casque catorce orgasmos mientras tú te quedas catorce veces peor que a medias.