Existen también otras prácticas menos visualizables pero igual de reprobables, una especie de corrupción de baja intensidad que se ejerce a diario en las instituciones locales y provinciales. En este caso, se trata de prácticas planificadas, generalizadas y consentidas, que, aún siendo legales, son tan inmorales y desalentadoras para el pueblo de a pie como la corrupción de las grandes cifras. Es la corrupción de los contratos a dedo en los ayuntamientos, del enchufismo descarado, del partidismo en las contrataciones, de la adjudicación...
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De baja intensidad si descontamos la de Castellón, con Don Carlos en el poder, que ha conseguido convertirse en el cacique de la provincia, haciendo y deshaciendo a su capricho.