Los gobiernos de Europa están haciendo denodados esfuerzos por apuntalar a sus bancos, pero intentan minimizar el costo y ahorrarse el oprobio que provocaría una nueva serie de rescates financiados por los contribuyentes. El gobierno italiano, por ejemplo, está alentando a los bancos a comprar propiedades públicas que luego pueden usar como garantía para tomar dinero prestado.