Ni viña no se qué, ni torre tal, ni vino cual. Las bodegas están agudizando el ingenio, apostando por la diferencia y el cambio en un mercado cada vez más trillado y competitivo. El otro día, sin ir más lejos, probé un Ribera del Duero exquisito. No soy entendida en vinos, para qué nos vamos engañar, pero me gustó, y para mí eso es suficiente.