Sólo catorce versos y, sin embargo, la condensación de todo un mundo en su matemática brevedad sólo es equiparable al carbón que a altas presiones se convierte en diamante. Quizá por eso es que el soneto es algo así como la emperatriz de las formas poéticas, la chica a la que todos quisieran sacar a bailar y sólo a unos pocos tiende la enguantada mano.
Comentarios
El artículo lo patrocina una óptica.
Lo lees dos minutos y te suben dos dioptrías...
Joer con los diseños de mierda...