No es muy frecuente que los espacios de la catedral de San Esteban de Viena sean insuficientes para dar cabida a los fieles. Esto pasó el último 29 de enero, con ocasión de la beatificación de Hildegard Burjan, una mujer ejemplar, pero muy poco conocida fuera de Austria.
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El sueño húmedo de todo fundamentalista cristiano que se precie: una judía conversa al cristianismo.