Actualmente vivimos una regresión hace poco inimaginable. La ciencia, ese excelso producto del Renacimiento y la Ilustración que tanto ha enorgullecido y hecho poderoso al Occidente durante siglos, es ahora renegada, menospreciada, incluso repudiada. La ciencia es hoy denostada por “artificial”, “antihumana”, “antiholística”, “cerrada” y “dogmática”. Sus únicos productos son, presuntamente, la deshumanización de la vida, la destrucción ecológica y la amenaza de un genocidio final. Hablan del “fin de la ciencia”, felicitándose por ello...
Comentarios
Para quienes la fustigan, la ciencia ha sido poco menos que un desvío funesto en la evolución del pensamiento humano. Galileo, Descartes, Kepler y Newton serían los heraldos de este desarrollo perverso, los villanos que extraviaron a Occidente del camino virtuoso.
La ciencia moderna equivaldría así, exactamente, a “la ciencia del bien y del mal” del Génesis, representada por el árbol prohibido del Edén. Con la ciencia hemos vuelto a comer de la manzana maldita ¡un nuevo pecado original! Pues como aquel fruto, la ciencia es diabólica: primero seduce, luego destruye.
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