Pepe, algo más singular que sus congéneres, no se limitó a las imprecaciones. El loro gozaba de un lugar privilegiado para observar los trenes que pasaban por el apeadero. Y por alguna extraña razón le dio por imitar el sonido del silbato. Y ese silbido era tan perfecto que en más de una ocasión conseguía despistar a todos los trabajadores de la estación de Cestona-Villa. Se hizo tan famoso, que en Francia llegaron a componerle una canción en la que se contaba su divertida historia. Rel: Expulsan a un loro de un partido de fútbol