Se llama Javier Gómez Bermúdez, y la historia de su fulgurante éxito en la carrera judicial comenzó un día de octubre de 2002 en que a su colega Ruth Alonso, juez de Vigilancia Penitenciaria de Bilbao, se le ocurrió conceder la libertad condicional a dos presos de ETA. Aquella decisión provocó la ira de un Aznar en santa cruzada contra el terrorismo y sus cómplices, que de inmediato decidió la creación de un Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria. [Fuente: Jesús Cacho para el Suplemento del Diario El Mundo "Nueva Economía"(...)]
Comentarios
Macho, que precisamente hoy pongas este comentario, me parece bastante provocativo.
Aparte, viniendo de la fuente de donde viene... es para remate....
1 saludo.