Recientemente en la revista Nature, el ecólogo Joan Ehrenfeld, de la Universidad de Rutgers, dedicaba una carta a explicar cómo William Shakespeare utiliza en sus novelas pociones hechas a partir de ciertas plantas psicoactivas para favorecer químicamente el “romance” de sus personajes. Como el pensamiento salvaje (viola tricolor) o el anti-afrodisiaco Vitex agnus-castus.