Criticar al gobierno por su relación con la SGAE es un deporte nacional que práctico y disfruto. Es el ejemplo más claro de lobby en España (junto, tal vez, con la iglesia) y sin duda uno de los más exitoso para un lobby a nivel internacional. Sin embargo, a menudo discrepo de muchas de los argumentos que se utilizan para criticar las consecuencias de esa relación, y últimamente las críticas que oigo hacia el cine español me parecen que van desde la más simple demagogia basada en estereotipos, hasta la más absurda estupidez.
Comentarios
¿Entonces seguimos practicando el deporte nacional que disfrutamos muchos?