Era febrero de 1992 y parecía que entrábamos simbólicamente a Europa. Los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo Sevilla eran los acontecimientos más anhelados. Nada podía salir mal.
Por lo bajo, corroía el tejido social el desmantelamiento industrial, llamada por sus apologistas la “reconversión” —que para muchos, visto hoy, solo se acabó logrando en Euskadi y Navarra—, y crecían los índices de paro, la crisis social y el miedo de los sectores populares a perder un bienestar que la la élite política y comunicacional prometía de la mano de Europa.
En ese contexto, la crisis de la Empresa Nacional Bazan estalla y sus trabajadores y familiares se activan en protestas duras y constantes. El episodio acaba con la histórica quema de la Asamblea Regional, que había sido recientemente inaugurado como una celebración. Murcia ganaba la autonomía mientras sus trabajadores vivían peor.
Sobre estos hechos de aquel emblemático año para España se inspira el joven director Luis López Carrasco que nos cuenta por qué ha elegido dirigir El año del descubrimiento, que se estrenará el próximo 13 de noviembre en España.