El pasado domingo, en la iglesia de la parroquia de Cabezón de la Sal, en Cantabria, el padre Javier echó Coca-Cola al vino de misa e inventó el “calizmocho”. La bebida enseguida se ha popularizado entre los feligreses y la mayoría de ellos incluso repitió su visita al altar para poder degustar de nuevo ese brebaje al que ya denominan “el nuevo milagro de Dios”.
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