Nadó hacia arriba con todas sus fuerzas y cuando salió a la superficie, en medio de la más oscura de las noches, el hombre pensó dos cosas: su avión había caído al mar y él se había salvado. Estaba solo en la inmensidad, entre olas gigantescas, y no se veía nada. Iba vestido con saco y corbata, y le sangraba la cabeza, pero en ese instante sólo podía pensar en la enorme alegría de haber sobrevivido a una tragedia. Una alegría indescriptible y psicológicamente incorrecta. Un optimismo sobrenatural.
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