«No es que quiera que le hagan daño ni nada, pero un poco sí». Con estas palabras justifica Román Bisaña su estrategia consistente en difundir el rumor de que su jefe es hijo bastardo del rey emérito. La intención es, según dice, «que se lo carguen», aunque no especifica de qué manera ni si eso se traduciría en su muerte.
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