Se preguntó en el umbral de la estepa rusa si quizás pecó de idealista al emprender ese viaje. Lo dio todo por y para llegar a la famosa Podolsketa y una vez llegado allí, se iba con la cara cruzada por su madre. Esperaba un abrazo, palabras de cariño quizás, pero no irse con bofetada en cara. Cuando tomó la determinación de ir, de buscar a su familia biológica puso todo su empeño en ello, olvidando que quizás, al volver, su amante Bratislá ya no estaría allí.
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