Antes de ser un monje, Akasaka, era un músico y beatboxer en la adolescencia. Se ordenó hace 5 años y hoy su bagaje de experiencias ofrece una nueva posibilidad para que las personas puedan meditar con música más familiar. Este monje budista es, tal vez, una de las máximas expresiones de la globalización que podemos celebrar.
Comentarios
Es un buen ejemplo de que la espiritualidad no tiene por qué estar reñida con el mal gusto
Bien por el
#1 lo siguiente será el monje reguetonero...
#2 O del Trap
Mientras no sea metalero, no me interesa.