Existen dos grandes escuelas de pensamiento en torno a la cuestión de los gafes. Hay quien considera que un tipo con verdadera mala suerte no sobrevive ni a un resbalón en el bidé, mientras que están quienes creen que el gafe genuino alcanzará un plácido retiro después de décadas de repartir mala suerte entre sus semejantes. Reinhold Boyer es de los segundos. Boyer, un ingeniero austriaco que residió muchos años en Madrid, donde falleció, era un verdadero coleccionista de catástrofes.
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