De siempre se ha dicho que utilizar un “pero” tras una negación ideológica suele implicar la aceptación de la misma. Si dices: “No soy racista, pero…”, da igual lo que argumentes y cómo lo digas, o si tienes razón o no, has usado un “pero”, así que todo lo que venga después queda inmediatamente invalidado.
Pues hoy estaba en Instagram viendo las historias de mis contactos, y una se ha repetido varias veces. Era la publicación de las Devermut sobre el caso Naim Darrechi, y me ha llamado poderosamente la atención que después de culpar al tiktoker/influencer (Ahí no tengo ningún pero, es un infraser despreciable), decían literalmente: “A las mujeres que os acostáis con hombres: Si os pasa, no es vuestra culpa. Si os ha pasado, no es vuestra culpa”. Ahí es cuando he pensado: “Claro, no es vuestra culpa”, e instantes después es cuando ha aparecido el “pero…”.
Obviamente, a cualquier persona se nos puede torcer una relación sexual, o una relación sentimental. Hay gente que sabe esconderse muy bien bajo una máscara de buena persona y luego resulta ser el hijo de la gran puta más despreciable o la loca más tóxica, eso nos puede pasar a todos, varias veces incluso, y nunca será nuestra culpa. Peeeeeeero, ¿Qué pasa cuando ese golpe de realidad se ve venir de lejos y aun así salimos corriendo a su encuentro con los brazos abiertos. ¿Sigue sin ser nuestra culpa, o puede ser que algo de culpa también tengamos?.
¿Qué pasará si dentro de unos meses cuando una grupie del dichoso Naim se vaya con él a la cama, éste vuelva a engañarla o a usar cualquier excusa para eyacular dentro mediante mentiras o medias verdades? ¿O sabiendo de qué pie cojea el influencer ya tendrá que asumir su parte de culpa? O cuando Patricia, durante su coito con el match de tinder con el que lleva hablando varias semanas, tenga que insistirle 3-4 veces para que se ponga el condón después de 15 minutos de penetración ¿No tendrá algo de culpa por no haberse vestido y largado tras la primera vez que no le hizo caso? Y si empiezas a salir con una chica que ha acabado todas sus relaciones por ser posesiva, controlar las amistades de su pareja y alejarla de su familia, ¿No sabías a lo que te arriesgabas si te lo hace a ti esta vez? Y si después de dos meses maravillosos con tu nuevo novio, una noche que te ve hablando con otro hombre, te da dos guantazos al llegar a casa, y al día siguiente lo perdonas porque iba borracho y te quiere tanto que lo hizo no porque fuese un maltratador, si no porque le mataban los celos, ¿Con qué legitimidad dirás que no ha sido tu culpa cuando la próxima vez en vez de un guantazo sea un puñetazo o una patada lo que te dé? ¿No eres en cierta manera cómplice de que se haya vuelto a repetir?
Si infantilizamos a las personas haciéndoles pensar que no tienen la culpa de las cosas que les pasan cuando son plenamente conscientes del riesgo al que se están exponiendo, ¿No les estaremos haciendo un flaco favor al no exigirles ninguna responsabilidad de sus decisiones? ¿A alguien se le ocurriría decirle a Paco, el que aun a sabiendas que el león que había en la jaula llevaba sin comer 3 días, metió la mano por las rejas para acariciarlo y perdió el brazo de un mordisco, que no tenía parte de culpa del desafortunado ataque?
Nadie nos va a garantizar al 100% que no nos topemos con algún subnormal o alguna cabrona que se encargue de jodernos la vida, pero deberíamos de hacer un poco de autocrítica y aceptar que si consentimos determinados comportamientos, si no cortamos de raiz al enfrentarnos a un mal caso, o si no somos lo suficientemente previsores o suspicaces como para desconfiar un poco de ese chaval con la riñonera como bandolera, una lágrima tatuada en el ojo y que tiene varias denuncias de su ex, pueda hacernos una jugada y que seamos un poquito complices indirectos e involuntarios de lo que nos pueda pasar.
Y es que no quiero decir que no tengamos la culpa, pero…