“durante el transporte se había destacado ya por las palabras de aliento y consuelo, que dirigía a los que les había tocado la misma suerte y le acompañaron en el camión. Rechazó al cura sin encrespamiento y con la máxima educación, le agradeció el gesto pero lo desvió 'hacia estos hombres que quizá lo necesiten, padre, puesto que yo, ni he tenido nunca esas creencias o, si las hubiera tenido, hubieran acabado ahora'”.
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cuando salió la orden de ¡fuego!, al derrumbarse aquella masa, algunos todavía atados entre sí, y en ese silencio trágico que sucede a todos los actos sublimes (allí se sublimaba mucho, también), nos quedamos aterrorizados al ver cómo de entre aquella masa se levantaba un hombre con otro atado al codo y dirigiéndose al pelotón, les dice serenamente: 'Apuntarme con menos nervios y más directamente, porque a mí no me habéis dado ni uno'. Y así fue. He pensado muchas veces después sobre
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Y aquí estamos de nuevo
Inefable Gila cuando contaba "a mí me fusilaron, lo que pasa es que me fusilaron mal"
Pero no escapó solo, cargó a la espalda un compañero herido durante 18 Km.
Contaba Villalonga que el premio por formar en el pelotón de fusilamiento era una botella de coñac, así que se entiende que tipo de voluntarios se presentaban y porqué tenían el pulso fatal.
Pero creo que deberías indagar un poco más sobre los pelotones de fusilamiento.
Es muy fácil caer en lo de voluntarios desalmados borrachos, pero en muchos casos la gente combatió en el bando de la guerra civil que le tocó. No es tan fácil huir cuando vienen a "reclutarte" para una guerra, aunque desde la poltrona de nuestro ordenador u movil nos pueda parecer aberrante participar en una guerra.
Muchos de los miembros de los pelotones era obligados. No… » ver todo el comentario