Una vez envuelto en llamas, el dron es prácticamente indistinguible del superhéroe de Marvel (solo le falta decir "¡Llamas a mí!") y sobrevuela las inmediaciones de la academia ante la atónita mirada de los viandantes, que no saben si salir huyendo o, como en tantas otras situaciones peligrosas, hacerse un selfie.
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