Areva no ha vendido un solo reactor nuclear nuevo desde 2007 y ha tenido que lidiar con una fiera competencia por parte de las fabricantes de Estados Unidos, Rusia y Corea del Sur, y con un continuo declive en la demanda por energía nuclear, luego del desastre de Fukushima. Las acciones en el grupo, que cayeron 2%, ya se han reducido a la mitad de su valor con respecto al inicio del año pasado. La compañía sufrió dos advertencias por ganancias el año pasado y su deuda fue reducida a calificación de “basura” por Standard & Poor's.
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