En 1979 Motorola colocó en el mercado su chip 68000, un microprocesador de 16 bits con arquitectura CISC del que Miner no tardó en enamorarse. Así que, ni corto ni perezoso, empezó a pergeñar una nueva consola de videojuegos que fuese capaz de aprovechar al máximo las capacidades de ese procesador tan prometedor.
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