Se necesitaron dos semanas antes de que Matthias Kynast descubriera que los ladrones habían entrado en el parque solar que dirige cerca del oeste de la ciudad alemana de Arnsberg, cuando unos excursionistas informaron que una valla había sido cortada. Los delincuentes se hicieron con unos 250 paneles, cada uno de dos por un metro y unos 30 kilogramos. Aunque fueron sólo una fracción de los 10.500 instalados en la zona rural, la factura igual ascendía a unos 50.000 euros, incluyendo los costos de instalación.
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