Lo confieso: no puedo evitar dedicar diez minutos a ver este vídeo de Tom Scott de Computerphile cada vez que me cruzo con él. Es un perfecto ejemplo de la complicación que en la práctica puede llegar a suponer algo aparentemente simple en el mundo de la programación. Estamos hablando de una de las mayores pesadillas surgidas de la combinación infernal entre el software y la historia de la humanidad: calcular la diferencia entre dos momentos en el calendario.
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