Los responsables de la sede canadiense, al igual que los responsables de las oficinas de Uber en el mundo, sabían lo que tenían que hacer según revela hoy una información de Bloomberg. Estaban aleccionados para llamar a un número de teléfono que ponía en alerta a un personal "especialmente entrenado" de la sede de la compañía en San Francisco. Estos empleados, tras recibir la comunicación, desconectaron rápidamente y de forma remota todos los ordenadores de la oficina de Montreal. Los investigadores se fueron de la redada sin pruebas.
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