La evolución tecnológica de los dispositivos finísimos y modernos que disfrutamos hoy es directamente proporcional al grado en que apreciemos los mastodontes de la computación de antaño. Nadie niega que el nuevo MacBook Pro sea superfino y tenga un biselado precioso, pero nunca será ese agujero rectangular gigante que dejó en tu corazón el Osborne 1, el primer ordenador verdaderamente portátil del mundo (con casi 12 kilos de peso)...
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