Hainstaiger nació casi por casualidad: un inversor que no encontraba en el mercado el yate con el que soñaba convocó una especie de concurso internacional para que le presentasen diseños a través de una web de freelance; escogió la propuesta que se ajustaba a sus aspiraciones, y puso los pilares para crear la empresa con la que los ingenieros navales responsables de ese dibujo pudiesen convertirlo en realidad.
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