La distribución comandada por Clement Lefebvre ya no es la que era. Atrás quedaron los tiempos en los que Linux Mint era sinónimo de proyecto sanguijuela que nada aporta, más allá de ofrecer un Ubuntu preconfigurado al gusto del creador. Hace años que Linux Mint no es esa y es de rigor reconocérselo, porque además de avanzar ha conseguido desarrollar este 2015 sus mejores versiones hasta la fecha, configurando a la postre la que posiblemente sea la recomendación más acertada que se le puede dar al usuario corriente y moliente.
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