Ha llegado el momento de manifestar de forma contundente que el principal problema al que nos enfrentamos es al exceso de noticias sobre el Bicho. Poca gente de a pie sabe qué medidas adoptar, porque la saturación informativa es de tal magnitud que se confunde contenido con continente y todo lo contrario. Los nombres de las cepas cambian de alfabeto griego a supervillano de Marvel. Un día te dicen que si te ventilas a las ventanas no pasa nada y en al día siguiente algunos dicen (y los gobiernos te ocultan) que el 80% de los que se ha ventilado a una ventana está ingresado. No hay manera de saber la verdad, porque hay intereses superiores que ni os imagináis, básicamente porque ya imagináis muy poca cosa. Yo de momento no pienso cepillarme a ninguna ventana hasta que la cosa esté clara.
Necesitamos instrucciones más sencillas, más precisas. De nada sirve la ciencia ( y sobre todo los nombres raros que pone la ciencia ) si no sabemos qué hacer con ella. Lejos quedan, para nuestra desgracia, los tiempos en los que la ciencia servía de algo. El ejemplo más claro en el tema que nos ocupa es el de la gripe española, a principios del sXX, uno de los siglos más civilizados a excepción de los XIX anteriores. ¿Fue la gripe española una pandemia? Sí, lo fue. ¿Acabamos todos muertos por aquella pandemia? No, señor. Hoy en día todo el mundo que está vivo lo sigue estando, a pesar de aquella cruel enfermedad. La humanidad sigue aquí, en tu cara. Jaque mate, cientifiquitos de nueva generación.
Pero no divaguemos y vayamos al meollo de la cuestión: antes poca información, hoy información a raudales. Nos sepultan en información de tal manera que es imposible separar el grano de tantas pajas (guiño, guiño).
Ya nadie entiende nada, o lo entiende muy a medias. Cepas, porcentaje de contagios, mascarillas, que si no te juntes, que si no pasa nada porque te juntes, que sí que pasa, que vas pa la UCI, que LA NAVIDAD, que la economía del otro…que si mis gónadas morenas.
Hoy he ido a hacer la compra y en la pescadería he pedido un kg de gambas y un omicron bien cortao. Y me lo han dado todo sin hacer preguntas, supongo que porque había cola.
En la ferretería igual: ponme 15 tornillos del 6, una broca de pared y un ómicron de litro para sellar. Ningún problema, todo entendido.
En la farmacia me han dicho que el ómicron no les ha llegado y que el voltarén no me lo dan sin receta.
En la carnicería peor, me dicen que no sirven omicrones sin reserva previa.
Gila ha llamado por teléfono y ha preguntado por el ómicron. Y se ha puesto al teléfono.
Yo creo que es normal que no entendamos nada, no? A lo mejor entender es peor…
Feliz COVID y buen Omicron Nuevo, amigos.