No se sabe si los acogidos en el manicomio de San Andrés en Barcelona se sobresaltaron mucho aquel 30 de agosto de 1957 al oír el estruendo de los disparos de la emboscada policial que terminaron con la vida de José Luis Facerías. El joven que se había incorporado a las columnas milicianas del verano de 1936, pasado por campos de concentración, cárceles y campos de trabajo tras el triunfo franquista en 1939 y reincorporado a la militancia confederal a partir de quedar libre en 1945. Durante 1946 fue secretario de la Juventudes Libertarias.
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